Un amigo fiel es un alma en dos cuerpos
Cada vez que visitaba a mi maestro Platón, acabábamos inmersos en discusiones metafísicas sin posibilidad de acuerdo: donde él veía cielo, yo tierra; donde él copia, yo una esencia por descubrir[1]. No era, sin embargo, la fantasiosa elaboración de sus tesis, ni la defensa obcecada de las mismas, lo que más me irritaba. Lo que realmente partía cada una de mis tres almas era ver el trato que le daba a Physis, su fiel y maltratada perra.
Todos los animales, incluidos los seres humanos, somos seres teleológicos. Quiere ello decir que nuestra esencia y de lo que nos componemos, está orientado a fines, pues la naturaleza no hace nada en vano. Ellos, como nosotros, tratan de sobrevivir y reproducirse, captan lo dañino y perciben el mundo de alguna manera. En consecuencia, no matar seres vivos tendría que ser una norma moral.
Con este argumento, y reproduciendo una de las célebres frases de mi maestro (“La libertad consiste en ser dueños de la propia vida”), invité a Physis a abandonar la Academia para venirse a vivir una confortable vida en el Liceo.
Los primeros días la vi perdida, nerviosa, como si no supiese qué debería hacer. En vez de tumbarse en el jardín, observaba atentamente mi comportamiento siguiéndome en mis movimientos. Cuando me acercaba, se encogía sobre sí misma introduciendo el rabo entre las piernas. Sin duda, temía a los de mi categoría[2]. Con el tiempo, sin embargo, nuestra relación se hizo más próxima. Comenzamos a entender las necesidades del otro, a comunicarnos a nuestra manera y a regalarnos el gozo de la amistad. Gracias a ella he llegado a entender que un hombre solitario o es una bestia o un dios. También que lo que con mucho trabajo se adquiere, más se ama. Y, por supuesto, que la verdadera felicidad es hacer el bien.

[1] Para Platón, la esencia de las cosas existe más allá del mundo ordinario (en el de las Ideas). Lo percibido por nuestros sentidos son vulgares copias que nos alejan del conocimiento. Por su parte, Aristóteles consideraba que todo lo que nos rodea es real y portador de una esencia característica.
[2] Aristóteles fue el primero en concebir una clasificación de los seres vivos. Lo que posteriormente se conocerá como especie, él lo consideró categoría.