Cotidianidad realista
Lo cotidiano es algo más que ese conjunto de acciones, objetos, lugares y relaciones que asumimos tranquilamente como “normales” –por habituales– cuando no como aburridas rutinas; es también un espacio, una práctica, una oportunidad. Lo cotidiano es vida.
Lo cotidiano es ese espacio donde se forjan valores (Ibn Jaldún, 1332-1406), donde se reconocen, comprenden y gestionan las emociones propias y ajenas (Daniel Goleman, 1946) y un lugar central en la reproducción y transformación del orden social (Antonio Gramsci, 1891-1937). También es una práctica que implica tolerancia, diálogo y convivencia frente a la “caricatura de la eternidad” que simboliza la rutina (Humberto Giannini, 1927-2014); y una permanente nueva oportunidad para la alegría (Mario Benedetti, 1920-2009). Lo cotidiano es representación.








Hay en el pintor inglés Briton Rivière (1840-1920) un apego por reproducir esas escenas típicas de una sociedad –la victoriana– con un rígido y ambiguo código moral, en la que los perros son vistos como símbolos de estatus, pero cuya integración en la vida familiar no es plena. Escenas como Cupboard love en la que dos canes reclaman sin éxito la atención de la señora de la casa; Mother Hubbard en la que sirvienta y perro espían tras una puerta; Play fellows en la que una chica juega desde la calle con un perro que ha saltado sobre un muro; o la tierna The welcome donde el hombre que regresa tras su jornada laboral es recibido por un pequeño cachorro. Pero también otras donde los protagonistas son los propios animales, como el perro que mira extrañado un reloj en Tick tack; el que se asusta ante un conjunto de aparejos en So full of shapes is fancy; el que es observado por un ratón mientras duerme en Whatching dog; y el pequeño que luce con orgullo su propio estatus –como una crítica del propio orden social– ante un gran perro callejero en Pride of place. Ocho escenas donde lo cotidiano es arte.
Espacios donde se forjan valores, donde se reconocen, comprenden y gestionan las emociones, un lugar central en la reproducción y crítica del orden social, y una permanente nueva oportunidad para la alegría, es lo que suponen estos lienzos de Rivière. Estos que nos incitan, desde la empatía, a reflexionar para poner en práctica la tolerancia, el diálogo y la convivencia con los animales no humanos que nos rodean. Estos que convierten lo cotidiano en el arte de representar la vida.

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