Cuando la perra Gola hizo dudar a Santo tomás de Aquino

Pintura clásica de santo Tomás de Aquino vestido con túnica oscura, con aureola dorada detrás de la cabeza, fondo decorado en oro y una torre arquitectónica junto a él.

«No es gula toda apetencia de comer o beber, sino solo la desordenada»

«Observando a la perra comer, me vienen a la mente los cincos preceptos relacionados con la gula recogidos por San Gregorio Magno en su Moralia[1]. Decía su Santidad que el ingerir alimentos con voracidad y en exceso son dos formas de gula, cosa que la perra hace. También se dedica el animal a buscar “manjares exquisitos” alrededor del convento, elige primero los alimentos más elaborados y, si por ella fuese, comería antes de hora. En realidad, a cualquier hora. Ahora bien, mientras antes pensaba que los cánidos -así como otros animales de la Creación divina- no eran más que criaturas pecadoras, de un tiempo a esta parte, viéndola comer, mis convicciones se desvanecen.

Razonemos. Hambre y sed son apetitos naturales pertenecientes a las potencias vegetativas del alma y por tanto comunes a todos los seres vivos. En el caso de los cánidos, su capacidad de seguir un rastro gracias a su olfato o la mirada intencionada de esta perra cuando tiene hambre, me lleva a comprender que su alma también posee potencia sensitiva. La memoria con la que reconoce a otros frailes acercándose a los más animosos y rehuyendo a los que, con recelo, aún no han entendido el lugar que Dios ha dado a estas criaturas, lo corrobora. Más es precisamente esta potencia sensitiva del alma la que, desordenándose, apartándose del orden de la razón -en el cual consiste la virtud moral- nos conduce directamente al terreno del vicio. Y la gula lo es: la gula es pecado. Validando este razonamiento solo me quedaría concluir que, la perra (y el resto de los animales) no son pecadores pues carecen de esa potencia -la del alma racional- capaz de ordenar sus acciones hacia el fin último -Dios-, permitiéndoles el conocimiento intelectual y la libertad.

Sin embargo, desde que la perra apareció abandonada en la entrada del convento, he podido experimentar otra realidad. La atención, afectos y cuidados que a su manera me otorga, me hacen ver en ella a un ser lleno de emociones. La sagacidad con la que caza ratones muestra una forma básica de expectativa, como una esperanza de que atrapará a sus presas. Es como si el cánido tuviese ciertas capacidades cognitivas que, unidas a su instinto de supervivencia, le permitiese actuar con un tipo de inteligencia práctica natural. Una inteligencia tal vez cercana a la nuestra y falible en tanto en cuanto puede desviarse del orden recto. Esto no solo la haría pecadora, sino también un ser provisto de un alma con potencia racional: como nosotros.

Como difícil encuentro ordenar esta antagonía, anotaré en mi Suma Teológica[2] que hay que promover un trato respetuoso hacia todas las criaturas vivas dentro del orden de la Creación. Y ya.

La perra ha terminado de comer. Tal vez solo tenía hambre. Pobre criatura; pecadora o no, la llamaré Gola[3]».


[1] Moralia, sive expositio in Job, es una extensa enciclopedia moral sobre la vida cristiana, redactada entre los años 578 y 595 por San Gregorio Magno, uno de los cuatro padres de la Iglesia Católica.

[2] Suma Teológica es el tratado escrito por santo Tomás de Aquino entre 1265 y 1274, en el que intenta explicar las enseñanzas de la fe cristiana.

[3] Gula en italiano.

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