Un gato sin nombre en el Japón de principios del siglo XX

«Si uno quiere embarcarse, como yo, en un estudio completo sobre el comportamiento de los humanos, ha de saber que estos son muy dados a entablar peleas, pendencias y a alimentar rencillas. En la vida cotidiana, los humanos suelen ser de lo más inofensivos, de apariencia un tanto deprimente, y en sus conversaciones tienden a ser enormemente aburridos. Sin embargo, en determinados momentos y por causas de algún proceso peculiar que se me escapa, de naturaleza casi sobrenatural, me temo, su habitual insustanciabilidad muta en un extraño y maravilloso comportamiento que ningún individuo de la raza felina debería perderse, habida cuenta de su profundo contenido didáctico».
Así describe el felino de Soy un gato a «los animales de extrañas costumbres» que forman parte de su vida y sobre los cuales recopila material para construir esta magistral monografía. Un libro que es, al tiempo, un cruce de caminos entre el análisis crítico de la sociedad del Japón de cambio de siglo –con el telón de fondo de la guerra Ruso-Nipona–, el revisionismo cultural que contrapone tradición y modernidad artística, y la visión del mundo de los gatos según su autor, Natsume Sōseki (1867-1916). Será el propio felino, un gato que cohabita con el maestro de escuela Kushami –alter ego del propio autor–, quien observe, narre y nos introduzca en la humilde cotidianidad de unos personajes que parecen extraídos del mismísimo teatro kabuki o de la comedia de enredos por excelencia: la vida. Un gato incapaz de cazar ratones, tratado con indiferencia –cuando no con efectivo desdén– por los humanos que le rodean, pero con la capacidad de analizar con profundidad la caleidoscópica realidad del mundo desde su aparente pasividad y su evidente silencio inhóspito. Un gato consciente de su condición felina, curioso, leal, visceral, inconsciente e ingenuo por momentos y todo un despliegue de raciocinio y sabiduría en otros. Un gato al que no le hace falta tener un nombre para completar una personalidad tan peculiar que al lector no le dejará indiferente.
Aunque Soy un gato parece la historia de un felino concreto, en realidad puede ser un tratado sobre todos los gatos. Por eso, mientras la leas, no dejarás de pensar que el minino que parece meditar despreocupadamente en la esquina de tu cama, en realidad está recopilando material para construir una monografía de tu propia vida.
