Te receto un gato, de Syou Ishida

Retrato de Syou Ishida, autora japonesa, con el cabello corto y oscuro, vestida con un suéter lila y posando sobre un fondo neutro.

De la metáfora realista al realismo mágico; de lo subliminal a lo sublime

¿Son los gatos el origen de todos los males o «un buen gato consuela mejor que una buena copa»? La respuesta de la escritora japonesa Syou Ishida (1975) es unívoca: «uno de estos resulta mucho más efectivo que cualquier medicamento tradicional». Tomando la metáfora como premisa nace Te receto un gato, un texto presentado como una novela en la que anidan cinco historias –como cuentos tradicionales que albergan la milenaria sabiduría oriental– más una sexta que es, a la vez, lugar común, hilo conductor y explicación de la metáfora.

Portada del libro “Te receto un gato” de Syou Ishida. Sobre un fondo verde claro aparecen dos gatitos, uno gris y otro blanco, asomando desde una bolsa de papel con ramas de flores alrededor.

Aquí, los felinos B, Marugo, Koyuki, Tanque, Tangerine, Chitose y Mimio son administrados –por una curiosa enfermera y un extraño doctor– como calmantes contra el estrés, píldoras que revierten la obcecación, cura para los remordimientos, inyecciones de claridad ante la vida y prescripción para la salvación. Animales –dulces y sofisticados– que, con su presencia, actos y cariño, llenan los vacíos de las soledades personales, unen familias y fomentan la comprensión y empatía como medio para la reconstrucción personal.

Gatos que tienen su propio universo –«su pequeño mundo, sí, pero su mundo al fin y al cabo»– con sus periodos aleatorios de actividad frenética y su sorpresivo reflejo de Flehmen. Con sus conductas aparentemente distantes, huidizas, temerosas por momentos, pero llenas de curiosidad. Con su engranaje emocional ratificado en el movimiento de sus colas, en sus cabezas buscando las caricias que duermen en nuestras manos, en sus miradas («como canicas puestas al trasluz») y en ese amasar tan característico. Felinos «caprichosos y volubles» (aunque no tanto como las personas) que forjan un vínculo inquebrantable con quienes aman, aunque la distancia los separe.           

Pero ese no es el único universo que se explora en Te receto un gato. Hay otro –el que creemos nuestro y en el que, bajo nuestras normas, obligamos a vivir a los demás animales–, que la autora introduce subliminalmente en el texto. Un mundo donde los felinos se venden o son una “marca” que vende, pero también en el que existen centros de acogida y profesionales veterinarios dispuestos a trabajar 24 horas. Donde los gatos son rechazados, abandonados y criados ilegalmente; pero en el que también se rescatan, se adoptan y hasta nos acompañan en nuestros puestos de trabajo. Un universo «caprichoso y voluble» como somos las personas que lo habitamos.

            Te receto un gato es un texto de realismo mágico sobre una metáfora realista. Es una obra que convierte lo subliminal en sublime. Pero, ante todo, es una herramienta sensible de profundidad ética para reconstruirnos a nosotros mismos y al mundo que habitamos. No cerréis la ventana, por si vuelve el gato. Abrid la puerta, «aunque la notéis pesada».

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