Tobe Fonseca: el humano que toleraba a los humanos

Naturaleza, ironía y cultura pop

Decía Lord Byron (1788-1824) que cuanto más conocía a los hombres, más quería a su perro. Algo parecido debe pensar Tobe Fonseca, pues él simplemente parece tolerarlos. A Byron y Fonseca los separan algo más de doscientos años y un contexto histórico radicalmente diferente. Sobre todo para los animales. En la Inglaterra de principios del s.XIX los perros eran vistos como instrumentos para el trabajo, caza o pelea, mientras que a los gatos se los consideraba poco más que una plaga que apenas servía para mantener a raya a otra plaga: la de las ratas. Por contra, el brasileño afincado en Estados Unidos, vive en un siglo, el XXI, en el que la concienciación por el bienestar animal está en auge. Y es que cada vez hay más humanos que deciden compartir su vida con gatos y perros, lo cual, a su vez, es motor de cambio para que las políticas gubernamentales, los espacios urbanos y la iniciativa privada, favorezcan la creación e implementación de espacios interespecie seguros. Parques, playas y plazas acotan espacios para el disfrute de los animales de cuatro patas, mientras muchas tiendas, locales de ocio y restauración -en un afán inclusivo, pero también económico- abren sus puertas a las “mascotas”. Se las denomina como “Pet friendly”.

Conocedor de estos cambios, Tobias Fonseca utiliza su característica ironía (esa tristeza que no puede llorar y sonríe, como decía el dramaturgo Jacinto Benavente) para dar un giro de tuerca a esta expresión, concibiendo así su “Pet friendly, human tolerant”; es decir, “Amigable con las mascotas, tolerante con los humanos”. Ahora bien, tras la simplicidad y sarcasmo inicial del ingenioso eslogan se esconde, en una capa más profunda, una crítica al individuo posmoderno que mira únicamente desde sí y para sí. Al hacerlo, se cuestiona la superioridad del humano en la escala evolutiva, oponiendo una visión donde perros y gatos ya no serían el siguiente escalón sino la punta de la pirámide. El “Dios” gato que empuña un cuchillo es la idealización mordaz del felino “autoritario”, caprichoso e indomable que domina calles y hogares subyugando a la raza humana bajo una “tolerante” advertencia. Pero también es, en última instancia, la representación del humano que, además de amar a los animales (o más allá de hacerlo), se ve incapaz de establecer relaciones sociales de empatía y respeto con sus iguales.

Tal vez a Fonseca y Byron los separe doscientos años de existencia y un contexto histórico radicalmente diferente, pero también los une una intensa relación con sus raíces, su sensibilidad hacia la naturaleza y su amor por perros y gatos. Y por supuesto, la inevitable y siempre bienvenida tolerancia hacia los demás humanos.