Restablecer la dignidad constitutiva

Afirma Noam Chomsky (1928) que, primariamente, el lenguaje no fue concebido como un instrumento de comunicación, sino como manifestación de un impulso creativo. Aunque el lingüista y politólogo se refiere a la expresión verbal, podríamos extender el concepto al lenguaje gestual. En The Emotions in Man and Animals, Charles Darwin (1809-1882) sugirió que todos los seres humanos, con independencia de su contexto cultural, poseen elementos de expresión no lingüística que les son comunes. Gestos, posturas corporales y expresiones faciales configuran un diccionario universal comprensible y empleado por la mayoría. Pero quizás fue Charles Chaplin (1889-1977), a través de su icónico “vagabundo”, quien mejor supo sacar partido expresivo y creativo a esa gramática innata.
Hombros caídos, brazos pendulantes, pecho hundido y cadera inclinada hacia atrás con su característico caminar configuran la idiosincrática personalidad del personaje: un hombre optimista golpeado por la pobreza que desafía su posición social enfrentándose a la autoridad; un hombre emocional que rompe con la lógica patriarcal impregnada en la cultura; y, finalmente, un hombre que revierte la estereotipia del “sin techo” luciendo un perfecto bigote, sombrero y bastón, preocupándose por su higiene y afrontando la realidad con la dignidad implícita de todo ser vivo.

Vida de perro se sirve del concepto arquetípico de la existencia miserable al que alude, para narrar dos historias paralelas reflejadas como en un espejo: la del “vagabundo” y la del perro mestizo “Scraps”. Ambos son seres solitarios y hambrientos, pícaros supervivientes y víctimas del rechazo de sus iguales. Ambos se encontrarán a mitad de camino en sus vidas para rescatarse mutuamente. Devienen hilarantes escenas y gags de la más pura comedia física, entremezclados con escenas profundamente emotivas y situaciones que posicionan al espectador en un activo proceso moral y reflexivo. Pero ante todo, Vida de perro se puede leer como un tributo a la amistad, la visibilización del valor implícito que conlleva el rescate y la adopción, y el restablecimiento de la dignidad constitutiva de perros y seres humanos, independientemente de cómo vivan.
