El perro que no estuvo en el Gernika

Un perro habría sido seguramente el protagonista de un Gernika que nunca existió

Contaba el gran historiador del arte Luis de Lázaro que Aurelio Arteta (1879-1940) habría sido uno de los primeros artistas en ser sondeados por el gobierno de la Segunda República para acometer una descripción pictórica del bombardeo de Gernika. Al parecer, cuando llegó a los oídos del pintor que había contactos también al respecto con Pablo Picasso, sintió vértigo y desistió. ¿Cómo habría sido el Gernika de Arteta? En opinión de Luis de Lázaro, la temática del mismo habría sido más nítidamente vasca, más pegada a la inmediatez y la devastación de la tierra y de la gente, pero es difícil pensar que hubiera tenido la misma relevancia universal. Este artista poscubista bilbaíno – célebre autor de El Puente de Burceña – dejó algunas obras que permitían indagar en aquel cuadro que nunca existió; entre ellas “El Frente”, “La Retaguardia” y “Éxodo”, exhibidos hace unos años como tríptico en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Especial interés tiene para nosotros “La Retaguardia”, donde tras el paso mortífero de los aviones, que desaparecen por el horizonte, el primer plano se llena de destrucción, representada por una vaca moribunda, una mujer y un bebé, muertos en el suelo, sorprendidos justo cuando la madre estaba dando de mamar, y un perro famélico, de marcadas costillas, que levanta la cabeza hacia el cielo, como ladrando a los aviones. Dos generaciones aparecen así, masacradas entre los escombros, mientras el perro es la viva imagen de la soledad y del grito impotente ante la devastación. Pariente, a buen seguro, del perro de la Quinta del Sordo de Goya, el perro de Arteta aúlla su desconsuelo, transformado en la voz de la ruina y del dolor. Lejos de la grandeza y el glamour que suscita la colosal obra de Picasso, la imagen de este perro que nunca estuvo en el Gernika, seguirá hablando eternamente de la desolación provocada por la barbarie de la guerra.