La triste noche del 9 de noviembre

Desde una eterna Noche de los Cristales Rotos

Envueltos como estamos en un remolino de violencia, de guerra y de odio, corremos el riesgo de no reparar en que el recuerdo del sufrimiento ha de operar de un modo universal y debiera ayudarnos a posicionarnos cada vez más contra cualquier tipo de dolor infligido sobre las personas o los pueblos. No hay mejor forma de comprender el dolor actual, que ponerlo en el espejo del dolor pasado, aunque cualquiera que pretenda justificar su comportamiento agresivo valiéndose del dolor sufrido por otros con los que se identifica (pero que – hay que insistir – siempre son otros) no hará otra cosa que manipular el pasado en función de los intereses del presente.

Por eso, queremos recordar hoy un acontecimiento que forma parte de la historia universal de la infamia y al que las zozobras e identidades del presente, quieren sacar de contexto. Se trata de la terrible Noche de los Cristales Rotos, el primero de los últimos grandes pogroms, que acabó con la vida y la deportación de miles de judíos europeos, en la noche siniestra del 9 al 10 de noviembre de 1938. Cuentan que un viajero desavisado, poeta, llamado Paul Celan pasó en tren por Berlín la mañana de aquel día 10… y poco podía imaginar que allí estaba decidiéndose también su destino. El autor de la Todesfuge (Fuga de la Muerte), quizás el poema más impactante sobre el Holocausto, que sobrevivió al campo de concentración, reflejó como nadie el horror y la perversión de aquel acontecimiento, en el que la cultura, la civilización, la humanidad y hasta los propios animales se trastornan y se ponen al servicio del genocidio.

Fuga de la Muerte

(Versión de José Ángel Valente)

Negra leche del alba la bebemos al atardecer

la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche

 bebemos y bebemos

cavamos una tumba en el aire no se yace estrechamente en él

Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe

escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete

lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas, silba a sus

 mastines

silba a sus judíos hace cavar una tumba en la tierra

ordena tocad para la danza

Negra leche del alba te bebemos de noche

te bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos al atardecer

 bebemos y bebemos

Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe

escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete

tus cabellos de ceniza Sulamita cavamos una tumba en el aire no

se yace estrechamente en él

Grita cavad unos la tierra más profunda y los otros cantad sonad

empuña el hierro en la cintura lo blande sus ojos son azules

cavad unos más hondo con las palas y los otros tocad para la

 danza

Negra leche del alba te bebemos de noche

te bebemos al mediodía y la mañana y al atardecer

 bebemos y bebemos

un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete

tus cabellos de ceniza Sulamita él juega con las serpientes

Grita sonad más dulcemente la muerte la muerte es un maestro

 venido de Alemania

grita sonad con más tristeza sombríos violines y subiréis como

 humo en el aire

y tendréis una tumba en las nubes no se yace estrechamente allí

Negra leche del alba te bebemos de noche

te bebemos a mediodía la muerte es un maestro venido de

 Alemania

te bebemos en la tarde y la mañana bebemos y bebemos

la muerte es un maestro venido de Alemania sus ojos son azules

te hiere con una bala de plomo con precisión te hiere

un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete

azuza contra nosotros sus mastines nos sepulta en el aire

juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro venido

 de Alemania

tus cabellos de oro Margarete

tus cabellos de ceniza Sulamita.

1948

Nuestros amados perros son también, en su poema, herramientas del mal, que amenazan a los presos, azuzados por los asesinos. Cuantas lecciones que aprender… cuánta miseria usar ese horrible dolor de otro tiempo, aceptando el dolor actual.