“Mejor imposible” y la decisión canina

Una maravillosa aproximación a la psicología canina.

Maníaco y misántropo, Melvin (Jack Nicholson), escritor de novelas románticas de éxito, se siente obligado a acoger a Verdell, el inteligentísimo grifón de Bruselas de Simon (Greg Kinnear), un vecino suyo, artista, que ha sufrido una paliza. La irrupción de Verdell en la vida de Melvin desatascará por completo su atrofia sentimental. El propio perro sentirá que la vida al lado de Melvin es paradójicamente mucho más rica para él, que la que tenía en el entorno de glamour artístico neoyorkino. Verdell se adapta a los ritmos y manías de su nuevo amigo humano, mientras los espectadores asisten encantados al deshielo del corazón del personaje, paralelo a su enamoramiento de Carol (Helen Hunt) una mujer mucho más joven, que trabaja de camarera.

El momento decisivo, sin embargo, el que muestra en toda su complejidad y en toda su dimensión la construcción del personaje canino es una escena en la que Melvin, que tiene ya con Verdell una relación profundísima, quiere que éste le muestre a Simon, el artista – sobre el que se suceden las desgracias –, un cariño superior que hacia él, para lograr así levantarlo anímicamente. Con ese fin, Melvin decide mostrarle cómo Verdell, en la disyuntiva, se irá siempre con su amo original. Para evitar que el perro vaya hacia él, sumiendo aún más en la depresión al artista, le entrega a éste una loncha de bacón, que sospecha que a Verdell se le hará irresistible.

MELVIN: Voy a hacer algo por ti que… puede que te anime…

SIMON: ¡Fuera!

MELVIN: ¿Sabes por qué el perro me prefiere a mí? No es por afecto… Es un truco. Llevo bacón en el bolsillo.

(Al ver el bacón, Verdell se entusiasma.)

MELVIN: ¿Lo ves?

SIMON: ¡Dios mío!

MELVIN: ¡Eh! ¡Mira! Le llamaremos los dos. Ya verás, es un truco. ¿Vale?

(Entonces, Simon le enseña un pedacito de bacón)

SIMON: ¡Ven Verdell! ¡Ven aquí!

MELVIN: (Haciendo gestos ostensibles para que se vaya hacia Simon) ¡Venga!

SIMON: ¡Ven aquí! ¡Ven pequeño!

Nuestro grifón vacilará un instante – seguramente al no comprender el objeto de la disyuntiva – y, naturalmente… dejará del lado el bacón, se echará sobre Melvin y se pondrá a jugar con él, ante la desolación de Simon.