Salvar al Gato de Schrödinger

Presos de la episteme

Para el pensador Michel Foucault, cada época cuenta con una serie de discursos que definen su conocimiento y cómo lo generan y, sobre todo, que determinan los conocimientos que son válidos y los que no lo son. La episteme de cada época, por tanto, determina tanto la visión de la ciencia en esos momentos históricos como las instituciones que producen el conocimiento. El problema, según el filósofo francés, es que esa episteme no obedece a verdades universales y objetivas sino que está condicionada por el poder.

Un gran microrregato (Rescate Cuántico, de Alfonso José Prado Rey) en el que el narrador proponía salvar al gato de Schrödinger a través de un agujero temporal que llegaba hasta su caja, nos traía a la mente a Michel Foucault y su idea de episteme.

Como seguramente saben, la teoría del gato de Schrödinger propone un experimento: colocar un gato en una caja cerrada junto a un dispositivo que puede matarlo o no, en función de un evento aleatorio, como la desintegración de un átomo radiactivo. Según la mecánica cuántica, antes de abrir la caja, el gato se encontraría en un estado de superposición, es decir, estaría tanto vivo como muerto al mismo tiempo.

A partir del principio de incertidumbre de Heisenberg, no se puede conocer con certeza la posición y el momento de una partícula subatómica al mismo tiempo. Por tanto, si el dispositivo dentro de la caja depende de un evento cuántico, no se puede saber con certeza si el gato está vivo o muerto antes de abrir la caja. Más allá del logro del conocimiento que representa esta teoría, a nosotras y nosotros, quien nos preocupa… es el gato. El carácter – queremos pensar – metafórico del famoso gato de Schrödinger no resta ni un ápice su nefasta condición como ejemplo. La episteme de la época del físico austríaco Erwin Schrödinger permite pensar en que podemos meter en una caja y “matar o no” a un gato sin más… porque los gatos, en la época de Erwin Schrödinger son objetos que pueden emplearse sin problema y sin remordimiento, a la mayor gloria de la ciencia; y, por tanto, ser electrocutados, torturados, envenenados… etc., etc. Da la impresión de que lo que, de verdad, se encuentra dentro de la caja de Schrödinger es nuestro concepto real de humanidad – ese concepto que los poderes han imprimido a nuestra episteme – y, por tanto, un 50% vivo, un 50% muerto.