Entrevista a Estela de Castro

ESTELA DE CASTRO es una de las grandes fotógrafas de nuestro país y una de las artistas más comprometidas en la lucha contra el maltrato animal. En su conversación con Cat&Dog Tank, reflexiona sobre su experiencia como activista fotográfica en favor de los derechos de los animales.

CAT&DOG TANK: Casi desde los inicios de la fotografía, cada tiempo tuvo su fotógrafo o sus fotógrafos: Daguerre, Alfred Stieglitz, Steichen, Cartier-Bresson, Capa, Ansel Adams, Robert Frank… García Rodero, García Alix… Indudablemente, tú eres una fotógrafa de nuestro tiempo… Y como tal, en tu fotografía se refleja el mundo actual en sus contradicciones. ¿Qué ve en el mundo de hoy Estela de Castro? ¿Cómo ve ese mundo? ¿Cómo lo siente?

ESTELA DE CASTRO: Lo siento del revés. La verdad es que creo que soy bastante pesimista. Me parece que el mundo está totalmente trastornado, que lo hemos destruido… a conciencia… El ser humano no ha podido hacerlo peor con los animales ni con la naturaleza; con su propia tierra. No hemos sabido cuidarla. Nos hemos aprovechado de todos los recursos, nos hemos aprovechado de todas las especies. Nos hemos creído todo el tiempo que éramos unos seres superiores, los dueños de todo… Por ello, tengo muy poca fe en la humanidad, aunque sí que hay un gran cambio en una parte importante de la sociedad y eso me da un poco de consuelo y de esperanza. Sin embargo, aunque el cambio que hiciéramos fuera grande, es tanto lo que ya hemos destruido que es muy difícil volver atrás; o sea, que o todos hacemos un cambio radical ya mañana mismo o será muy complicado. En lo que concierne a los animales y la naturaleza, lo veo fatal pero también en el de los derechos humanos, pues ni siquiera como especie hemos sabido cuidarnos entre nosotros. Sinceramente, me siento muy decepcionada con el ser humano.

CAT&DOG TANK: El rasgo más característico de tu obra es quizás el compromiso. ¿Qué te ha llevado a reaccionar ante lo que ves?

ESTELA DE CASTRO: Por lo general, reaccionas cuando tomas conciencia de lo que pasa en el mundo. Yo decidí tomarla siendo muy joven… con 13 años, más o menos, tomando partido en favor de la insumisión – apoyando al primer insumiso preso de Madrid – cuando todavía había servicio militar obligatorio. Luego aquella reacción se convirtió en militancia en diferentes cosas. Ahora utilizo la fotografía como herramienta; antes o no la tenía o no me daba cuenta de que podía usarla en ese sentido. Debí de empezar a hacer fotos a los 12 años o así, pero, aunque hubiera llevado a cabo algún proyecto entonces, no habría llegado a nadie, pues no había las redes ni la difusión que hay en la actualidad. Ahora, la fotografía me sirve como una herramienta con la que puedo llegar a todas las partes del mundo. Es maravillosa…

Volviendo sobre la idea de reaccionar, como te decía, llevo toda la vida luchando por las cosas en las que creo. Decidí no mirar para otro lado y no pensar sólo en preocuparme de lo mío, de los míos, de mi parcela… y ya está. No. Claro que te genera mucho dolor cuando te enteras de lo que, en realidad, pasa en el mundo, de cómo se comporta el ser humano y del sufrimiento que, por ejemplo, padecen los animales – del que mucha gente no tiene ni idea –, de por dónde pasan hasta llegar a tu plato, por ejemplo… Ser consciente y reaccionar es casi automático. En todo caso, son muchos los que prefieren no saber…

A veces, la gente me pregunta: “¿No te cuesta ser vegana?” A lo que respondo: “Con toda la información que tengo, lo que me costaría sería no serlo.” Después de saber por el proceso por el que pasan los animales hasta llegar al plato, lo que me cuesta es comérmelos, y no no comérmelos. Dejar de comerlos es fácil. En mi caso, yo lo dejé radical. Vi un documental, el de “Terrícolas” (Earthlings) y fue inmediato. Hay un verdadero montón de gente que dejó de comer carne con este documental. En mi caso, fue verlo y decir: “No, no comeré carne nunca más.” Y de eso hace 9 años y pico ya. Y no volví a comer.  Eso fue algo que tuve muy claro. Fíjate, en la época en la que iba con la gente aquella, con los insumisos, etc., ya entonces eran todos ellos vegetarianos. Tenían como 24 o 25 años y yo todavía era una adolescente. Creo que ya entonces tenía clarísimo que dejaría de comer animales algún día. De hecho, no comía casi. Decía: “Este no, porque me da pena… este, tampoco…”. La verdad es que comía muy poco. Ese es tal vez el mejor cambio que hice en mi vida. Se trata de un cambio profundo y creo que, una vez que lo acometes, no hay marcha atrás. Desde luego, yo no pienso dar marcha atrás.

Por otra parte, es difícil saber si con tu compromiso generas algún cambio profundo en alguien. En mi entorno familiar, más cercano, sí que creo que estoy contribuyendo a que se den pequeños cambios. Más allá, con el proyecto The Animals, tengo la sensación de que también estoy consiguiendo cosas, como que la gente se fije en una gallina ponedora, en un contexto en el que las gallinas ponedoras son siempre hiper-maltratadas, abandonadas, ocultas en granjas. Viviendo como viven… que la gente vea una foto de una gallina de estas y digan: “¡Joder, qué bonita es esta gallina! ¡Qué pasada!” o “¡Qué bonita es esta paloma! ¡Qué colores tiene!” Eso resulta estupendo. En realidad, todas las palomas tienen esos colores, lo que pasa es que la gente no las mira. De este proyecto, sobre todo me están gustando aquellos animales que, por lo general, son más maltratados: las ratas, las palomas, las gallinas… quiero que se vea que también son súper bonitas. Creo que ahí sí que estoy contribuyendo a generar un cambio estupendo.

CAT&DOG TANK: Los retratos son una de tus especialidades. Pero… ¿Qué es un retrato? ¿Qué significa? ¿Qué busca el que es retratado? ¿Qué busca el fotógrafo?

ESTELA DE CASTRO: Durante muchos años he estado pensando que, cuando tú retratas a alguien es como que intentas retratar parte de su alma, intentas ir más allá… Es verdad que cuando la gente se pone delante de tu cámara, suele tratar de poner poses que tiene estudiadas en el espejo: esa media sonrisa, ese sutil giro de la cara… Todos intentamos salir bien, intentamos no mostrar nuestras miserias. A mí me gusta cuando ya pasa el tiempo y dejan de mostrarte esas barreras, esas máscaras que cada uno se pone a la hora de ser retratado. Es entonces cuando empieza a salir la persona como está en ese momento… que a lo mejor está fatal y no tiene por qué esconderlo. Siempre tiene que parecer que estamos bien. Si estamos mal, no podemos decirlo. Eso me sienta fatal. Me encanta cuando la gente se encuentra mal y me lo demuestra ante la cámara. Eso implica aceptarse. Aunque me veo fatal, da igual porque estoy así y punto. Por tanto, la persona a la que tú retratas tiene que aceptar cómo tú la miras porque un retrato no es solo la representación física de esa persona. En mi opinión, en todo retrato hay una parte del fotógrafo, incluso mayor que la de la persona a la que se retrata. En mi caso, siempre he estado como buscando el alma de la gente y así les digo a mis alumnos: “Tenéis que esperar ese momento en el que la gente es más de verdad.” Y luego me pongo a ver mi trabajo y pienso ¿quién está aquí en este trabajo? ¿quién está aquí en estos retratos? Y soy yo quien está, mi forma de mirar, de componer, mi forma de ver la luz, mi forma de interpretar a esa persona y mi forma de tratarla. Es muy importante la forma en la que tú tratas a las personas porque del modo en el que tú los trates así ellos te van a tratar a ti. Tienes que ser natural para que ellos sean naturales. Te tienes que abrir para que ellos se abran. Es así, ¿no? Entonces, me he dado cuenta de que en mis retratos estoy yo y está mi forma de mirar. No está su forma de mirar, no está su forma de componer… Para mí lo más importante en la fotografía es la luz; después, la composición – en un retrato – y, después, es cómo colocar el cuerpo. Yo elijo esa luz, yo elijo esa composición y yo les coloco el cuerpo, entonces ¿Quién está ahí? Evidentemente, yo misma. Con los animales, pasa un poco igual. Me esfuerzo por sacar la belleza de cada animal, el color, pero al final hay una línea, hay una luz siempre igual, una composición… y eso soy yo. Al animal le estoy dando también un poco mi forma de mirarle.

CAT&DOG TANK: ¿Cómo se lleva a cabo un retrato a un animal? ¿Es difícil?

ESTELA DE CASTRO: Hay animales que me lo ponen más fácil y animales que me lo ponen más difícil. Algunos son verdaderamente complicados. Las aves, por ejemplo, yo pensé que me iban a dar muchos problemas… pero no. Tú las pones ahí y se suelen quedar quietas… te miran; miran a un lado, a otro, y no suelen echar a volar. También influye, creo, que les pongo un fondo negro, que les hace quedarse tranquilas… como si fuera el abismo. No sé qué sienten. Sin embargo, hay animales, como las vacas, que no pueden ver la tela negra… les molesta mucho.

Entonces, animales que parecían más tranquilos, a veces te dan mucha guerra y otros de los que previamente te han dicho: “Éste ¡ya verás!” – como por ejemplo un buitre… – se quedan quietos por completo. Lo que sí que veo y que les sorprende mucho a los que trabajan en los espacios donde yo estoy haciendo fotos, en los santuarios, centros de acogida, de rescate, protectoras, etc., es que animales que son salvajes y que no te hacen caso – que no son como un perro al que le dices siéntate y se sienta – me hacen bastante caso. No sé si es por una cierta energía que pueda tener o porque saben que no les voy a hacer daño, que lo hago para ayudarles, para contar su historia… Así que, por ejemplo, me pongo frente a un águila y le digo: “¡Estate un segundo quietita!” Y los de allí me preguntan que cómo lo hago y les digo que yo, primero, les cuento lo que voy a hacer y… te juro que se quedan quietas. Muchos son animales verdaderamente salvajes… que evidentemente no están en un entorno salvaje, puesto que han sido rescatadas y están encerradas, pero, de verdad que creo que ellos notan mucho, mucho, la energía que tú tienes. La verdad es que creo que me entiendo mejor con los animales que con las personas.

CAT&DOG TANK: Cuentan los etólogos que la mirada es un medio de comunicación mucho más importante en los animales que los sonidos. ¿Cómo influye eso a la hora de retratar a un animal?

ESTELA DE CASTRO: El juego de la mirada es fundamental. Puedo contarte de mi experiencia en el zoo. Ahí fotografiaba a los animales desde más lejos, pero sí que había interacción con la mirada. Con los orangutanes, por ejemplo. O con los gorilas. Ahí se notaba mucho cuando estaba yo sola en el zoo, puesto que yo solía ir cuando llovía, cuando hacía frío y no había nadie. Allí percibía cómo un gorila cuando estaba en el suelo sí que posaba la mano en el cristal… yo le pedía perdón por que estuvieran ahí encerrados… Se me caían las lágrimas con ellos. Otros días, cuando había excursiones de colegios, los mismos gorilas estaban mucho más agresivos. Se comían sus excrementos delante de los niños; creo, sinceramente, que para molestarles. Es que están tan expuestos todo el tiempo… Tienen una falta de intimidad que es terrible para los animales. Que no puedan tener un sitio en el que esconderse de las miradas es algo horrible para ellos.

El zoo de Madrid además se abrió y no se ha vuelto a reformar y es todo de cemento y hay animales que necesitan pisar la tierra, no el cemento todo el tiempo. Ese cemento les destroza las patas… En fin…

Volviendo a los retratos, es verdad que – aunque yo soy muy de luz natural – a lo mejor a una persona sí que la puedo molestar un poco más con la luz o ponerle un flash … pero con los animales sólo uso luz natural. No les pego flashazos. En primer lugar, porque no hace falta. Con la luz natural, me sobra.  Pero, aparte, entiendo que les estresaría. Es verdad, que a un humano le puedes tener más tiempo. A los animales, intento molestarles muy poquito. Por mucho que confíen en ti, para ellos es una cosa extraña. Como te he dicho, tienen ahí la tela negra y ello no debe de ser muy agradable. En general, con ellos, voy bastante rápido… no quiero molestarles. De lo que se trata es de contar la historia que hay detrás de ellos y que la gente sea consciente.

Cuando haga el libro The Animals  – ahora estoy trabajando con los materiales para él – cada retrato irá con el nombre del animal al lado, si es que lo tiene – puesto que hay muchos que son salvajes – y con su historia, porque detrás de ellos hay todo tipo de historias de las que la gente no es consciente totalmente. No quería quedarme en hacer sólo unos retratos bonitos… porque son tan bellos que eso es muy fácil con tan sólo tener un poco de conocimiento de fotografía. Y me parecía horrible que la conclusión fuera a ser: “¡Ah, qué bonito es el mundo!” De ninguna manera.

Cuando la gente mira a estos retratos, me doy cuenta de que la mayoría nunca ha mirado así, por ejemplo, a una paloma. Es verdad que hay gente que las rescata y se deja la vida por ellas, pero la inmensa mayoría de la sociedad las trata muy mal. Imagínate cómo se trata a las ratas… pero quiero que la gente sea capaz de ver una percibir su belleza. Un animal al que, en nuestra sociedad no es que no se le dé ningún valor, sino que se busca exterminarla.

CAT&DOG TANK: En Zoocosis, estremecen esos preciosos animales sumidos en escenarios zoológicos de hormigón, condenados a una horrible cadena perpetua. ¿Qué supone esta obra en tu carrera?

ESTELA DE CASTRO: Yo siempre he estado con el tema de los animales, aunque quizás no a través de la fotografía. Zoocosis es el primer proyecto en el que hablo de los animales. Hasta Zoocosis, como te he dicho, hacía activismo de otra manera, pero no desde la fotografía. Desde Zoocosis lo empiezo a hacer porque hay un proyecto que se llama Capital Animal que creó Ruth toledano, periodista y animalista, y Rafa Doctor, gestor cultural y animalista. Fueron varias exposiciones en Madrid. Yo estuve en la Casa Encendida y fuimos como 100 artistas de diferentes disciplinas hablando de un montón de tipos de maltrato. También había representaciones de animales: dibujados, pintados, fotografiados… fue interesante, muy interesante. Hubo un montón de sedes que participaron y estuvo muy bien. A mí me ubicaron en la parte de denuncia y tenía que elegir: circo, zoo, casa, etc., y elegí el zoo porque ahí era adonde a mí me habían engañado cuando era pequeña… en el colegio, que te traen y te llevan de excursión y había que ver “lo felices que vivían los animales…”. De mi experiencia en el zoo, sólo recordaba que había comido unas galletas con forma de corazón viendo a los delfines, pero no recordaba a los animales. Podía haber pasado sin ver a aquellos animales porque no los recordaba. Podía haber vivido sin esa excursión. En Capital Animal, sólo tenía que presentar una pieza. Entonces, decidí ir un año y llevar a cabo un proyecto y, al final, estuve tres. Yo me lío… me empiezo a liar… Justo ahora estoy montando esa exposición, que la inauguro en unos días, en Cádiz. También acabo de sacar el libro. En resumen, que hace 5 años que empecé y fue bastante impactante porque, cuando fui al zoo descubrí lo que era la zoocosis, cómo los animales cuando están encerrados desarrollan conductas estereotipadas. Vi un montón de tristeza, de soledad… había un lobo que vivía solo y me impresionó… No fue fácil. Como te he dicho, solía ir cuando llovía y hacía frío porque necesitaba esa luz, pero, aparte de eso, es que me molestaba tremendamente la gente. Los comentarios de la gente eran terribles… de los padres a los niños… siendo conscientes de que el animal estaba mal… decían: “¡Mira qué bonito!”… ¡cuando era manifiesto que el animal estaba hecho una mierda…! Esa cosa de mentir a los niños no la soporto. Que me hayan mentido a mí, tampoco… aunque sé que mis padres no me han mentido de una forma consciente, puesto que – en su época – esto era algo que no se planteaba para nada; ellos no se planteaban que eso fuera maltrato. Venía el circo y yo iba al circo… a ellos ni se les pasaba por la cabeza que aquello fuera maltrato. Pero ahora, aunque sí que somos conscientes, seguimos mintiendo a los niños… Lo confieso, es algo que detesto porque contribuye a esa horrible sensación que tienes cuando creces de que el mundo no es tan bonito… ¡Esa cosa de proteger a los niños para que no sufran…! Y, a menudo ¡a costa de que sufran los animales! Me viene a la mente el pony que da vueltas en la feria… todavía hay países donde se los ve… todavía se los ve en España… Yo hice fotos a un pony de estos que habían estado dando vueltas, en una feria. Con Zoocosis, descubrí un montón de cosas que no sabía y vi mucha tristeza. De veras, fue bastante duro… ver a esos animales, solos, cuando no hay nadie, mojados… algunos de ellos sin nada para cubrirse ni del sol ni de la lluvia… O aquellos pingüinos, en agosto, a 40 grados, sin sombra… Ellos tienen que vivir situaciones climáticas muy adversas y ajenas a su propia naturaleza. ¿Qué hace un pingüino en Madrid en agosto? Es que no tiene sentido.

En general, la fotografía siempre hace de filtro con todo, Cuando tienes una cámara delante, es como si se amortiguase un poco el dolor y, sobre todo, si lo estás haciendo para algo, parece como si tuviera sentido el estar aguantando todo eso. Eso te ayuda a sobrellevarlo mucho mejor. Es decir, si me fuera a dar una vuelta al zoo simplemente por dar una vuelta, lo pasaría peor todavía seguramente.

CAT&DOG TANK: En The Animals, tus búsquedas van más allá del mero retrato hacia la expresión del dolor acumulado, de la memoria y de la dignidad. ¿Qué puedes decirnos de este proyecto? ¿De tus búsquedas? ¿De tus logros? Incluso de aquello que no has logrado.

ESTELA DE CASTRO: Yo creo que, a través de proyectos como The Animals, voy consiguiendo que mucha gente vea la tremenda dignidad que hay en los animales, una dignidad robada por el maltrato que han sufrido, porque aquellos que aparecen en esta serie tienen, casi todos, una experiencia de maltratos muy serios por detrás. A través de las fotografías, trato de devolverles su dignidad robada, una dignidad que vive en su mirada, en su cabeza levantada. Sí que creo que estoy consiguiendo, por tanto, que la gente se sensibilice con los animales que siempre son los maltratados y olvidados, por encima de todos los demás. Por ejemplo, haces una foto de un león y todo el mundo parece decir: “¡Guau, el león!”, pero ya sabemos que a todo el mundo le gusta el león. A mí, lo que me flipa es ver que la gente también se sorprende por una rata; en la misma medida que por un león.

A menudo, se trata a los animales como si fueran de diferentes categorías. Uno de mis propósitos es el de igualarles. Un león puede ser espectacular pero una paloma, también. Fíjate que, por ejemplo, un búho real puede ser un ave increíblemente bella, pero la verdad es que, en foto, me gusta mucho más la paloma. A la gente, también. La fotografía permite igualar a los animales.  El elefante o el tigre a todos nos gustan, pero ¿qué pasa con la gallina o con el cerdo? Todos se merecen ese respeto. Yo quiero que no haya especismo. Igual que hay seres humanos de primera, de segunda y de tercera, en los animales es igual. ¿Por qué la gente respeta tanto a los gatos y a los perros, pero trata tan mal a los cerdos, a las gallinas o a las vacas? ¿Por qué hay esta diferencia? ¿Por qué si un ser siente igual que el otro, si la madre siente igual de dolor cuando le quitan a sus hijos y por qué diferenciamos entre unos y otros? Eso es lo que quiero conseguir, que la gente se emocione tanto con un cerdo como con un perro. Cuando cuento las historias de estos animales, la gente empatiza mucho y me da las gracias por mostrarles de una manera diferente. Esa es mi forma de hacer activismo, desde el amor hacia los animales, desde la belleza, desde la estética, porque – en realidad – podría hablar de ellos desde el dolor, desde las heridas que tienen y contarlos de otra manera. Podría hacerlo todo más explícito. En cierta manera, lo mismo que hago al contar su historia, pero en el momento en que está pasando; hablar, por ejemplo, de los mataderos… pero hay mucha gente a la que le genera rechazo todo tipo de violencia. Y lo entiendo porque a mí también me causa rechazo, no la soporto porque me hace mucho daño… entonces, no quiero ver la violencia hacia los animales… no puedo con ella. Por eso, creo que, de esta forma, el mensaje llega; a través de la estética… pero llega. Está muy bien que haya trabajos muy explícitos porque ellos generan cambios (ya te he contado que yo dejé de comer carne al ver un documental) pero tiene que haber otros trabajos que hablan desde otros sitios, porque hay que tener diferentes estrategias, no siempre desde la violencia, puesto que hay gente que no los va a ver nunca. A mí, me da la sensación de que desde Zoocosis y desde The Animals, la gente sí que puede verlo perfectamente. La estética es distinta, es más cercana a más gente y creo que todo el mundo puede captar el mensaje. Todos consiguen ver la tristeza de los animales en el zoo y consiguen ver la belleza de algunos que normalmente no son mirados así… Por tanto, creo que sí que consigo mis objetivos. No hay nada que me lleve a decir: “¡Jo, me gustaría hacer otra cosa…!” No. Creo que lo he conseguido.

CAT&DOG TANK: Si uno ve una obra como “Mi Hermano”, acaba sobrecogido, aunque en ella el sufrimiento no es gratuito ni descarnado, sino que se ve acompañado de una cierta sensación de consuelo… ¿Qué te impulsa a profundizar en el dolor a través de tu arte?

ESTELA DE CASTRO: En el fondo, creo que es bastante terapéutico. La obra sobre mi hermano fue, desde luego, algo muy muy terapéutico, algo que necesitaba llevar a cabo. Yo solía hacer autorretratos y retratos a personas muy cercanas a mí y, a través de ellos, intentaba contar el dolor. Estaba muy atrapada en el dolor, me sentía todo el tiempo culpable porque mi hermano estaba enfermo… me costaba mucho aceptarlo. El trabajo Mi Hermano es el primer proyecto que hice, en realidad. Hasta entonces, creo que no sabía narrar ni contar historias con la fotografía. Lo conseguí hablando de eso y eso me sirvió de terapia, pues me ayudó a dejar de hacer unos retratos, que me resultaban satisfactorios, pero parecían tenerme atrapada todo el tiempo en el dolor. Radicalmente salí del estudio que tenía hecho aquí, en la buhardilla, y dejé de hacer eso, porque por fin conseguí hablar de lo que más dolor me provocaba, que era la enfermedad de mi hermano, y que sigue siendo, puesto que él sigue vivo. Ese trabajo tiene ya unos 10 años y me sirvió un montón, me fue muy terapéutico y todo el mundo entendió por qué yo lo hacía. Lo cierto es que me invitaron a un festival que había antes en Barcelona y el tema que tenías que tratar era la resistencia. Yo nunca he visto a nadie más resistente que mi hermano y por eso decidí hablar sobre él. Ha estado a punto de morir muchas veces y siempre ha resurgido… todo el tiempo. Mis padres entendieron el trabajo, lo que para mí era lo más importante, claro, y entonces me sirvió de terapia. Por eso, siempre les digo a mis alumnos: “¡Tenéis que hablar de lo que os resuena por dentro, de lo que os resuena de verdad, de lo que os está taladrando la cabeza, sea bueno o malo!” Hay gente que solamente utiliza la fotografía para hacer fotos de cosas bonitas, de paisajes, del atardecer, de un paseo en verano… Yo utilizo la fotografía de otra manera. Ella es mi forma de estar en el mundo y mi forma de comunicarme, mi lenguaje, mi profesión, mi todo. Para mí, todo gira en torno a la fotografía. No me interesa sólo hacer fotos bonitas. Me interesa responder a aquello que me está haciendo toc-toc-toc en el cerebro. También, por ejemplo, hace ya 10 años que empecé a retratar a los grandes maestros de la fotografía española, desde que fotografié al primero, Leopoldo Pomés, y sigo con ello y voy a seguir con ello. Yo siento que tengo que hablar de las cosas que a mí me interesan y si eso genera un interés en los demás, pues estupendo…

CAT&DOG TANK: Y dentro del dolor, un capítulo particular – lo decíamos antes – es tu acercamiento al dolor de los animales. ¿Es diferente el dolor humano y el animal o son iguales?

ESTELA DE CASTRO: Yo creo que los animales perciben el dolor igual que nosotros, tanto el dolor físico como el emocional. Las vacas, por ejemplo, tienen a sus terneros y se los arrancan para poder producir leche para los humanos… Las pobres sienten un dolor brutal. No creo que sea más importante nuestro dolor que el de los animales – para nada – ni que nosotros tengamos más derechos que ellos. Los tenemos porque nos los hemos arrogado, pero… si yo pudiera cambiar el mundo… de verdad, trataría de equiparar sus derechos a los nuestros. Tan sólo que no estuvieran a nuestro servicio todo el tiempo; que dejáramos de explotarlos y conviviéramos con ellos pero que no nos creyéramos que los podemos dominar de continuo ni que somos sus dueños… eso es clave.

CAT&DOG TANK: ¿Por qué hacemos sufrir a los animales? ¿Qué dice el sufrimiento animal de nosotros mismos? ¿Qué puede hacer la fotografía para luchar contra la lacra del maltrato?

ESTELA DE CASTRO:  Generalmente, aquel que maltrata a un animal, acaba luego maltratando a personas. Creo que hay gente mala en el mundo y, de veras, no lo entiendo. Luego la gente me pregunta, cuando se entera de cosas que le cuento – como por ejemplo, que no sé qué galguero ha matado a sus cinco galgos colgándolos de un árbol – y me dice: “Pero no entiendo, pero ¿por qué…?” Yo intento no buscarle mucha explicación porque para mí no la tiene. Para mí no tiene sentido. Más bien creo que hay una parte del ser humano que es verdaderamente mala, que está podrida y que no tiene arreglo. Sin ir más lejos, ahora se está hablando mucho de la vivotecnia. Aparte de que están experimentando con animales, algo que debería suspenderse de inmediato… encima, los están tratando fatal… y, para colmo, gente que son veterinarios, que han estudiado… Lo mismo que las imágenes que se ven en mataderos, el maltrato que se añade al que ya tienen los pobres animales que acaban allí… es que no lo entiendes… te sale pensar que se trata de gente con menos cultura o algo parecido, pero no. ¡Esa gente sabe perfectamente el dolor que le está generando al animal! ¿Por qué? Pues no lo sé… son sádicos… son psicópatas… no lo sé… De veras, yo no lo puedo entender.

CAT&DOG TANK: Hace poco hablábamos con el responsable de Galgos del Sur y nos hablaba del holocausto de los galgos en España. ¿Hasta cuándo todo esto, Estela?

ESTELA DE CASTRO:  Lo de los galgos durará mientras se permita la caza con perros. En tanto en cuanto no se prohíba, ese problema no va a acabar nunca porque los galgueros son como son y no van a cambiar y luego hasta que no transformen las leyes, no habrá posibilidad de que nada cambie. Hoy, si matas quince galgos, te juzgan y te meten diez meses de cárcel, pero si no tienes antecedentes, no llegarás a entrar y matar te saldrá gratis prácticamente. Si se castigara de verdad… otra cosa sería. En estos días, se está debatiendo en el Congreso – y gracias – una propuesta para dejar de considerar a los animales como bienes inmuebles – no es que no se les considere como personas, sino que ellos son inmuebles todavía – y que empiecen a ser considerados seres sintientes… Que se esté debatiendo a estas alturas todavía esto… ¡y no hace cincuenta años…! Las leyes son una catástrofe… no sirven para nada de todo esto que estamos hablando y hay una parte de la sociedad que no avanza ni va a avanzar. Si tú intentas hablar con un galguero, te das cuenta de que es imposible.

CAT&DOG TANK: ¿Cuáles son tus nuevos proyectos? ¿Siguen los animales y el maltrato animal en tu agenda?

ESTELA DE CASTRO:  Ahora mismo, estoy trabajando con Zoocosis, también con The Animals, preparando la edición del libro, que incorpora todas las historias y conlleva bastante esfuerzo, porque incluye cien retratos de los 170 que hice. En teoría, ya lo he terminado, pero estoy esperando a ver si podía añadir también retratos de animales de vivotecnia. Publicar el libro es como concluir el proyecto. Por lo demás, sigo con los fotógrafos – en realidad, ahora estoy centrada con las fotógrafas –. En julio, haré una exposición con retratos de fotógrafas. Ello me lleva también mucho tiempo y mucha energía. Luego están las clases, las charlas, los talleres…

Esto de los proyectos es curioso. Por lo general, no me levanto un día y digo: “Voy a hacer esto.” No. Los proyectos me aparecen solos. Lo de Zoocosis surgió, como te he dicho, a partir de Capital Animal en la parte de denuncia y me pareció bien convertirlo en un proyecto. Lo de The Animals empieza porque yo hago fotos para ayudar a la protectora Animal Rescue España con las adopciones de los perros y de los gatos y, como ellos también son santuario y también tienen animales de granja, empiezo a hacer fotos a todos los animales y me engancho a los gallos, a las gallinas, a todo y, entonces, me vuelvo loca y, al final, he visitado once sitios diferentes. Es decir, los proyectos me encuentran a mí, quizás porque estoy muy atenta a lo que pasa a mi alrededor. Fotógrafos surgió porque Leopoldo Pomés y Eduardo Momeñe empezaron a hacerme fotos a mí y yo les dije: “¡Pues ahora voy a haceros fotos yo a vosotros!”

Ahora, por ejemplo, cada vez me resuena más el medio ambiente y la basura que genera el ser humano y a eso sí que le doy vueltas, pero aún no sé cómo abordarlo. En realidad, es que no es fácil contar algo a través de la fotografía.

CAT&DOG TANK: ¿Algún mensaje para los lectores de CAT & DOG TANK…?

ESTELA DE CASTRO:  Como decía Javier, de Galgos del Sur, yo también les diría a las lectoras y lectores que, antes de votar, piensen. Les diría que es importante que dejemos de creernos superiores a los animales. Es verdad que, si yo digo ahora que nuestra vida vale lo mismo que la de un gallo, la gente puede cortocircuitar… pero sí que es importante tomar conciencia.

Esto me lleva a plantear la importancia de encontrar el registro adecuado a la hora de dirigirnos al público, para llegar a su mente y a su sensibilidad. Por lo general, a la gente, cuando la regañas, la pones en guardia y generas rechazo en ella. Es mejor contar las cosas de una manera no demasiado explícita. Yo creo que hay que tratar de contarlas de tal modo que aquellos que no se sumen a tu planteamiento no se sientan bien o, al menos, se sientan incómodos.

En ocasiones, empiezo mis charlas con la imagen de un bombardeo en un hospital en Siria y le explico a la gente cómo se generó el proyecto PHES, en el que participo, para recaudar fondos para un santuario de animales en Alepo y le digo: “Siento lo que vais a ver”, y me consta que eso les hace reaccionar… es decir, no trato de generar impacto siempre desde la belleza, a veces, me parece que hay que sacudir conciencias mostrando el horror y la violencia. Eso sí, intento no culpar a nadie, porque es obvio que la gente está experimentando un cambio – en unos, más profundo; en otros, menos –; entonces, en lugar de culpabilizar, hay que tratar de animar a que hagan ese cambio. Trabajo más desde ese punto y creo que funciona mejor. Hay gente que piensa igual que yo, pero es tan radical que a mí misma me genera rechazo. Si pensamos igual y cada vez que hablo no encuentro más que reproches, me estás sacando del terreno de juego…. Hemos de buscar estrategias para que la gente se ponga de nuestro lado.

Por otra parte, lo que hago, lo hago de verdad, lo siento y yo creo que, por eso, al público, le llega y le funciona. De hecho, gente que veo a mi alrededor, gente que nunca había pensado en ello, me dice: “Me voy a plantear esto de otra manera.” Por supuesto, que no pido que nadie sea como yo ni que experimente un cambio como el mío, pero cada pequeña cosa va sumando.

En definitiva, me parece importante darle las gracias a la gente porque es obvio que en muchos se va generando esa necesidad de cambio y ya lo están comenzando a ver.