¿Otra casa para Eddie?

La casa más pequeña diseñada por Frank Lloyd Wright

En plena Gran Depresión y tras el crac del 29, la familia Berger encargó los planos de su futura casa a Frank Lloyd Wright (1867-1959). Levantada por el propio padre de familia, la construcción seguía los parámetros de la arquitectura funcional, orgánica y usoniana del arquitecto: estructuras geométricas, grandes voladizos y amplios espacios generados por los mismos materiales. Un lugar “convencional” que emulaba los principios y no las formas, siendo natural, no naturalista.

Veinte años después, Wright recibió una curiosa carta de Jim, el hijo de los Berger, en la que el joven de apenas 12 años le pedía que diseñase una casa a juego para Eddie, el labrador retriever de la familia. Aunque reacio en un primer momento, Wright acabó por ceder, enviando los planos de la misma y señalando qué materiales, colores y estructuras se debían utilizar para la construcción. Una vez más, Robert y Gloria, los Berger, alzaron la pequeña estructura hexagonal, con un techo triangular bajo que terminaba en el característico voladizo.

Contra todo pronóstico, Eddie no saltó de alegría. Al contrario, desde el primer instante quiso volver al calor del hogar Berger, ese lugar familiar. En la década de los 70, viendo que ninguno de los sucesores de Eddie quería usarla, la estructura acabó en un vertedero.

En 2010, Michael Miner reconstruyó la vieja caseta de Eddie, siguiendo los planos originales facilitados por un ya septuagenario Jim. La obra, hoy expuesta en Centro Cívico del Condado de Marin en San Rafael, representa todos los principios de la arquitectura de Wright. Salvo uno: tiene goteras.