Tres poemas de Gloria Fuertes

Rimas gatunas y perrunas

Si por algo resulta reconocible Gloria Fuertes es por su poesía infantil, que alimentó el imaginario de varias generaciones y, de hecho, sigue presente aun hoy en las librerías como un clásico contemporáneo de la literatura para niñas y niños. Dentro de esa obra de Fuertes, los animales tienen un peso notable pero su perfil no resulta tópico ni convencional, alejándose siempre de la fábula o de cualquier visión ñoña de los mismos. Entre sus numerosos poemas, hemos elegido tres con temática canina y felina, que nos sirven para culminar nuestro pequeño homenaje a la autora.

Una de Gatos
El gato Pirracas
estaba helado.
El gato Pirracas
vivía en el tejado.
La gata Timotea
con las patas se asea.
La gata Timotea
vivía en la azotea.
“Bájate conmigo, gato”.
“Salta gato, no seas pato”.
“Tengo comida de lata”                                 
le dijo la gata.
La gata y el gato
tuvieron amistad.
Y tuvieron gatitos,
no faltaba más.
Siete gatitos tuvo Timotea
al calor de las siete chimeneas.
Y Pirracas fue el gato más feliz
de los castizos tejados de Madrid.

El Gato Garabato

-¿Qué es eso que tienes, Gato Garabato?

-Esto es un juguete muy barato.
Es un cohete-juguete,
que me va a llevar a la Luna
en un periquete.

-¿Qué es un periquete?

-Un periquete es un momento.
Dijo un momento
y se lo llevó el viento
como a María Sarmiento.
El Gato Garabato,
en su cohete barato
surca el espacio despacio.
El Gato Garabato aluniza despacio en el espacio.
El Gato Garabato no encuentra nada en la Luna.
Un volcán que no funciona

-y ni una sola persona.


No hay tejados en la Luna
¡Y yo soy gato!
No hay poetas en la Luna
¡Y yo soy gato!
No hay sardinas en la Luna
¡Y yo soy gato!
No hay ratones en la Luna
¡Y yo soy gato!
Aquí no tengo nada que hacer.
Este astro frío me extraña:
me vuelvo a España.
Y en su cohete-juguete,
raudo como una centella,
regateando a una estrella

el gato regateando –
más veloz que un avión,
regresa a su población
y dice: miau.
¡Hola chicos! ¡Viva el arte!
Como en casita, en ninguna parte.

La historia de un perrito

Regalaron a los niños
un cachorro de seis días.
El perrito casi no andaba ni veía.

Le criaron con biberón
y puré de salchichas,
pero no lo acariciaban,
le estrujaban,
le estrujaban. ¡qué paliza!

El perro a los niños
les alegraba, les hacía niñerías.
Los niños al perro
le hacían perrerías.

Creció el perro paso a paso,
y los niños ya no le hacían caso.

Cuando la familia
se fue de vacaciones,
le abandonaron en la carretera
entre unos camiones.

Y dijo el perro ladrando en voz alta
(que quien lo escuche se asombre)
-Me dan ganas de dejar de ser
el mejor amigo del hombre.

Pasó días sin beber nada,
sin comer algo.
El perro cambió de raza,
parecía un galgo.
Le recogió un viejo mendigo.
Le dijo: -Voy a ser tu amigo,
te cortaré el flequillo
y serás mi lazarillo.

El perro movió el rabo,
estiró el hocico,
movió la nariz,
por primera vez fue feliz.